En España se vive bien… Éste es el axioma que desde hace dos décadas repetimos los españoles sobre nuestra forma de vida. Es una frase que encierra las premisas básicas del estado del bienestar y, además, implica una satisfacción con el entorno. ¿Sigue siendo España un país donde se vive bien? Seguimos teniendo una climatología moderada, un entorno natural agradable ya sea playa o montaña, una clara tendencia a la vida gregaria… pero… ¿la crisis nos ha amargado tanto la existencia que ahora nos limitamos a “sobrevivir” y a aparentar que nos sale bien?
Recientemente el Instituto Nacional de Estadística publicó una proyección sobre el movimiento migratorio español y la conclusión era que seguiremos perdiendo población hasta más allá de 2020. En concreto, el INE estimaba que el saldo migratorio español (diferencia entre los que entran y los que salen) será negativo a lo largo del próximo decenio y calculaba que España perdería cada año una media de 58.000 personas. Ciertamente, la mayoría de las ellas (9 de cada 10) son extranjeros que vuelven a su país de origen o salen en dirección a otro, pero esto implica que un 10% son españoles, es decir, casi 6.000 anuales.
La causa de este flujo de salida no ha sido estudiada, pero es bastante previsible que la falta de trabajo y la merma de la renta per cápita sean motivos principales de esta ola migratoria. La pregunta, entonces, es ¿quiénes se van? ¿A quiénes está perdiendo España, un país que hasta hace poco tiempo se jactaba del valor del capital humano para abrir sus fronteras y destacaba la joven pirámide poblacional que garantizaba nuestra sostenibilidad demográfica y, por ende, social y demográfica?
Y la respuesta, en un mercado laboral tan competitivo como el actual, es sencilla: los más preparados… y no decimos los más cualificados. España sigue siendo un país con un gran déficit de idiomas, con poca movilidad laboral, con gran apego a la propiedad inmobiliaria y al contrato fijo (hay países donde, sencillamente, este tipo de contratación no existe, aunque sí hay muchas garantías para los temporales)… Entonces, ¿quiénes se van (mayoritariamente y por motivos laborales, claro)?
Éste no es un post de conclusiones, sino una invitación a analizar esta ola de emigración con dos objetivos: detectar dónde están los “excesos” de mano de obra cualificada para canalizar sus demandas y, en segundo lugar, crear programas/colaboraciones/acuerdos con terceros para mejorar y ayudar a ese segmento de población que quiere progresar y necesita hacerlo, hoy por hoy, fuera de nuestras empresas y nuestros laboratorios. Muchos países lo han hecho antes y España tiene que cambiar el “chip” y darse cuenta de que hoy ya somos uno de esos países… Si hay que mandar ingenieros a Alemania, que se haga, pero no “gratis” y favoreciendo que los españoles salgan en las mejores condiciones posibles.
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