Por Marc Ventalló, fundador de Su partner en Panamá y colaborador de nuestro panel de expertos
Como ya escribí en un artículo anterior, la situación que atraviesa España actualmente ha hecho que muchos jóvenes salgan al extranjero para no seguir siendo un número más en los datos del paro. A pesar de las dificultades, trabajar y vivir en otro país puede ser una de las experiencias más estimulantes y enriquecedoras que pueda uno tener. Nunca volverán a ser los mismos, ni volverán a ver las cosas de la misma manera. Una vez que picas, ya no hay vuelta atrás.
Al irse de su ciudad, su memoria se fijará en ese momento y permanecerá inalterada para siempre. En su nuevo destino, siempre echaran de menos esa ciudad, la familia, los amigos, la comida y muchas de las cosas que formaban parte de su vida, incluso idealizarán ese recuerdo.
Pero, ¿qué pasará cuando ese expatriado desee volver? Es una pregunta que nos hacemos los que ya llevamos un tiempo fuera. Siempre llega el momento en que uno desea volver a su país de origen. Sentir la necesidad de estar en el lugar en el que nacieron, al que pertenecen y de sumergirse en la comodidad de lo familiar.
La vuelta de una amiga a España, su aparente inadaptación, la sensación que me transmitía de no estar a gusto, de que le faltaba algo, los deseos de volver nuevamente a Panamá, y muchas de las cosas que me dijo en las conversaciones que mantuvimos por skype los siguientes días a su vuelta, me hicieron leer e investigar un poco más sobre este tema. A partir de allí aparecieron dos nuevas palabras/frases en mi diccionario: “síndrome del expatriado o del viajero eterno” y “choque cultural reverso”.
Cuando la emoción de tu regreso se desvanece, el choque cultural reverso aparece, ya que miras a tu cultura nativa con los lentes de la cultura donde estuviste inmerso antes. La sensación especial de ser un expatriado se desvanece y transicionas lentamente hacia ser de nuevo un local.
El síndrome del expatriado se produce al volver: al regresar descubres que ese lugar al que pertenecías ya no es el mismo y nada está como lo recordabas. Es entonces cuando te das cuenta que ese lugar idealizado en tu memoria ha seguido evolucionando sin ti y que ya no tienes esa familiaridad que recordabas. El efecto es más fuerte cuanto más distintas sean las culturas entre sí y cuanto más tiempo haya pasado.
Y así entras para siempre en una dinámica de no pertenecer a ningún sitio, en la que ningún lugar es tu casa. Quieres vivir en una ciudad collage de recuerdos, experiencias y personas. Una mezcla de estilos, arquitecturas, gastronomías… Una ciudad mezcla de los recuerdos de todas las ciudades que has amado. Pero esa ciudad no existe. El que no ha viajado más que de vacaciones no lo va a entender, pero tiene que ser muy extraño querer volver todo el rato y, cuando vuelves, desear irte de nuevo.
El choque cultural reverso es un proceso. Llegará el momento en el que te sentirás de nuevo en casa en tu país de origen y los vestigios poco a poco desaparecerán. Pero, eso sí, nunca olvidarás la gratificante experiencia de vivir en otro país, la gente que conociste, los métodos nuevos, las ciudades, su filosofía y sobre todo las formas de ver diferente, hechos que te permitirán afrontar nuevos retos en tu vida.
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