Por B. Alonso y G. Etxeberría, fundadores de Estudia y colaboradores del panel de expertos
Turquía es un país joven, dinámico, cuya economía sigue desarrollándose (a pesar de que numerosos analistas esperan una ralentización en su crecimiento) y que en los últimos diez años ha alcanzado tasas anuales cercanas a las dos cifras.
Para trabajar en este país por cuenta ajena es necesario poseer un permiso de residencia en el país. Dicho permiso se solicita a través de la web del Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía (en un post anterior ya comentamos cómo se solicita la visa de entrada a Turquía).
Una vez se obtenga el permiso de residencia, la empresa contratante ha de solicitar el permiso de trabajo, que será expedido a nombre de la empresa. Es decir, que si el empleado quiere cambiar de compañía, la nueva empresa ha de solicitar de nuevo el permiso de trabajo.
El principal obstáculo es la exigencia de que haya un determinado número de empleados turcos en el puesto que se quiere solicitar (suele ser una proporción 5 a 1, aunque puede cambiar según los sectores). Además, los extranjeros han de cobrar más que ellos. Con esta medida, se intenta proteger los puestos de trabajo locales, así como asegurar que los trabajadores de otros países que accedan a los puestos sean sólo profesionales altamente cualificados.
Los sectores que más extranjeros demandan son el educativo (escuelas y universidades), el bancario, el de la publicidad y el de las nuevas tecnologías. Además, gracias a los recientes acuerdos comerciales entre Turquía y varios países hispanos, las empresas exportadoras turcas buscan hispanohablantes de vez en cuando.
Los españoles tienen más oportunidades en el área de la enseñanza de español, idioma que cada vez se demanda más. Sin embargo, recomendamos hacer una búsqueda completa de todas las ofertas, comprobando en qué lugares están situadas las escuelas o los centros de impartición de clases; en el caso de Estambul, hay que recordar que es una ciudad de 18 millones de habitantes, que sufre de atascos crónicos. Además, hay que saber que tanto las condiciones laborales como los procesos de selección son distintos a los de nuestro país. Es necesario adaptarse a otra cultura laboral y a una manera de trabajar que, en ocasiones, es mucho más desorganizada que aquella a la que estamos acostumbrados.
Otra opción sería hacerse autónomo en Turquía. Para serlo es necesario contar con un permiso laboral y una residencia que constará como centro de trabajo (aunque la actividad se realice fuera).
A continuación presentamos los principales requisitos, aunque resaltamos que pueden variar, puesto que la legislación suele someterse a continuos cambios:
1.Centro de trabajo
– Si se pone el domicilio como centro de trabajo, hay que pagar un stopaj o impuesto mensual. Es una cantidad variable sobre la renta que se esté pagando.
– Otra opción sería arrendar un espacio dentro de una empresa. Habría que presentar una factura como comprobante de que se está pagando. Con este procedimiento, el coste sería menor.
2. Coste inicial + Permiso de trabajo
El coste inicial son unas 700 TL de nombramiento y burocracia, además del permiso de trabajo.
Este permiso puede tener validez de un año, de tres, de cinco o ser indefinido. Para solicitar los tres últimos hay que tener una residencia mínima demostrable en el país. El coste por el permiso anual sería de 200TL/año y el de tres años de 500TL.
1.3 Costes de actividad
Hay dos costes, el fijo y el variable.
1.3.1 Coste fijo mensual
Se compone del coste contable (obligatorio por ley, sobre 125 TL/mes) y el Bagkur, es decir, la Seguridad Social turca (cuyo coste asciende a 355TL). A todo esto hay que sumarle el KDV fijo (el IVA turco), que ronda las 27TL.
1.3.2 Costes variables
Son los impuestos. Los tipos son un 18% de KDV, a lo que hay que sumarle un 20% de retención.
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